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martes, 7 de agosto de 2012

El pensador y activista uruguayo Raúl Zibechi, junto a Hernán Ouviña del Movimiento Popular La Dignidad abren ciclo “Miradas desde el sur” en Diplomado en Movimientos Sociales Latinoamericanos y Autogestión Comunitaria.


Por la mañana expuso el uruguayo Raul Zibechi quien esbozó un intento por conceptualizar los movimientos sociales desde una perspectiva que integrase los nuevos movimientos sociales en America Latina. En este sentido, dio una pincelada teórica sobre los enfoques norteamericanos y europeo en torno a los movimientos sociales, destacando la necesidad de repensar “desde” América Latina una teória situada, señalando la tendencia de los nuevos movimientos sociales a pensarse a si mismos desde dentro, produciendo intelectuales capaces de realizar un trabajo territorial emancipatorio. Esto es posible en tanto esos intelectuales adquieren la gran mayoria de sus saberes dentro de los movimientos.

Asimismo, señaló la importancia de la formación para el trabajo territorial y la autonomía de los movimientos, la cual esta en constante tensión y contradiccion ideológica, estrategica y relacional en tanto formas y manifestaciones del poder, entendiendo a los movimientos como tejidos y porciones de construcción de una nueva sociedad en busca de una correlación de fuerzas positiva.

Por la tarde, Hernan Ouviña fue enfático en destacar que si bien los movimientos deben plantearse desde una perspectiva autónoma, esto no implica autismo. Por lo tanto, los movimientos sociales deben confrontar al Estado desde focos autogestionarios de contrapoder.

Ouviña destacó que los movimientos son siempre flexibles y contradictorios, pero deben ser contradicción en movimiento, una construcción innovadora cuya articulación debe ser resultado de una construcción de confianzas a partir del conocimiento y reconocimiento. Tales espacios de articulación deben ser transversales e integrales como organizaciones populares respetuosas de las diferentes subjetividades.
Los movimientos sociales no son ni deben ser “ni calco ni copia”, sino creación, un espejo que visualice nuestras prácticas con miras a solucionar el desafío constante de un  internacionalismo de nuevo tipo que no emerja desde la homogeneización, sino que debe estar nutrido de la diversidad que entrega una red global de resistencias. Y en estos términos, Ouviña hizo incapie en valorar lo propio en términos de las distintas luchas locales que se dan en el presente y futuro.

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